Universidad Católica San Antonio de Murcia
475 Horas
19 ECTS
Formato ONLINE
La ética parece estar de moda. En todas partes se habla hoy de ella, y se utiliza para justificar casi cualquier cosa. Este hecho adquiere aún más significación ante la impresión que uno tiene de que la inmoralidad acapara más éxitos en la vida real que la conducta moral. Quizá, como ha señalado Lipovetsky, esta revitalización de la moral pueda ser interpretada como reacción a la decrepitud de los comportamientos.
La Bioética, como ética aplicada, comparte este papel de primer orden que la ética tiene en la sociedad actual. Definida como reflexión ética sobre las ciencias de la vida y los cuidados de la salud, hallamos en ella una parte de ética aplicada a las ciencias de la vida y otra de índole clínico-asistencial. La Bioética se ha convertido en el marco adecuado para la discusión de los problemas morales que se presentan en la sociedad actual ante los avances biomédicos y tecnológicos, y los cambios ocurridos en la relación clínica.
Esta nueva disciplina cuenta con treinta años de existencia, desde que su término fuera acuñado por el cancerólogo norteamericano Van Rensselaer Potter, a comienzos de los años setenta; siendo, por tanto, los norteamericanos no solo los padres de la Bioética sino también los autores de su desarrollo inicial, lo que al tener lugar el lógico trasvase al continente europeo, ha planteado un chirriar de engranajes debido a la diferencia importante entre una cultura eminentemente pragmática como la americana, y la cultura europea.
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El alumno dispondrá de un tiempo mínimo de 1 mes para realizar el curso universitario y un máximo de 6 meses.
Durante los próximos 5 años, te enviaremos de forma totalmente gratuita todas las actualizaciones de los contenidos.
Siempre que tenga internet, podrá conectarse y realizar su formación desde cualquier lugar y a cualquier hora.
Capítulo I. Historia y definición de la bioética:
Capítulo II. Humanización de la medicina:
Capítulo III. Fundamentación de la bioética. La dignidad humana:
Capítulo IV. Modelos éticos:
Capítulo V. Objeción de conciencia en el ámbito sanitario:
Capítulo VI. Humanización de la tecnología:
Capítulo VII. Consentimiento informado:
Capítulo VIII. Información:
Capítulo IX. Bioética y sexualidad:
Capítulo X. Genética y ética:
Capítulo XI. Bioética en la fertilización in vitro y gestación subrogada:
Capítulo XII. El aborto entre la legalidad y la bioética:
Capítulo XIII. Bioética y esterilización:
Capítulo XIV. Ética de la investigación. Historia y fundamentos:
Capítulo XV. La investigación empírica en bioética:
Capítulo XVI. Ética de la investigación. Principales dilemas:
Capítulo XVII. Aspectos científicos, jurídicos y éticos de la utilización de células madre:
Capítulo XVIII. Bioética y transplantes de órganos:
Capítulo XIX. Cuidados paliativos en el paciente oncológico: cuestiones legales:
Capítulo XX. La religión ante la muerte:
Capítulo XXI. Muerte digna:
Capítulo XXII. Ética de la reanimación cardiopulmonar (RCP) y decisiones al final de la vida:
Capítulo XXIII. Limitación del esfuerzo terapéutico:
Capítulo XXIV. Qué entendemos por bioética de los cuidados:
Capítulo XXV. Problemas éticos en la infección por VIH:
Capítulo XXVI. Bioética y selección de enfermos:
Capítulo XXVII. Bioética y decisiones de salud:
Capítulo XXVIII. Bioética y covid-19:
Anexos:
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Con este usuario de demostración, solo tendrás acceso a un número limitado de contenidos SCORM, los cuales se caracterizan por ser 100% On-line y reproducibles desde cualquier dispositivo con acceso a internet, ya sea un smartphone, una tablet, un portátil o un ordenador.
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El desarrollo del programa formativo se realiza totalmente en la plataforma online, esta plataforma está operativa los 365 días del año, los 7 días de la semana, las 24 horas del día y además está adaptada a cualquier dispositivo móvil. El alumno en todo momento contará con el apoyo del departamento tutorial. Las tutorías se realizan mediante email ([email protected]), teléfono: 656 34 67 49, WhatsApp: 656 34 67 49 o a través del sistema de mensajería que incorpora la plataforma online.
Nuestro centro de formación e-learning (SCORM) presumen de una actualización constante e inmediata de sus contenidos, algo que la formación presencial no puede ofrecer de la misma forma. Por otro lado, la posibilidad de integrar contenidos de diferentes soportes (textos, imágenes, sonido, vídeos, resúmenes, autoevaluaciones…) enriquece los programas formativos y ofrece muchísimas posibilidades adicionales a la formación tradicional.
Todos nuestros programas tienen una previa selección pedagógica junto al equipo de docentes y maquetación, te presentamos las técnicas más novedosas, los últimos avances científicos, al plano de la actualidad profesional, con el máximo rigor, enfoque práctico, explicado y detallado para tu asimilación y comprensión, los cuales verlos las veces que quieras y consultar al instante con el tutor asignado.
Artículos recientes, documentos de investigación, tesinas fin de grado y fin de máster, y tesis doctorales, guías de práctica clínica, consensos internacionales..., en nuestra biblioteca virtual tendrás acceso a todo lo que necesitas para completar tu formación.
Para captar la atención y conseguir que todos nuestros estudiantes no solo comprendan, sino que logren consolidar la información que nuestros autores y docentes le están facilitando, estos hacen uso de diferentes técnicas para conseguirlo.
De forma paralela a la asimilación de los contenidos, enlazando y resaltando aquellos aspectos más relevantes los presentamos de manera atractiva y dinámica en forma de audio, vídeos, imágenes, esquemas y mapas conceptuales con el fin de afianzar el conocimiento.
El equipo de contenidos y docencia selecciona aquellos documentos nacionales e internacionales considerados como imprescindibles, consensuados por las sociedades especializadas en la materia y presentarlos en forma de fichas o guías rápidas de actuación para facilitar su comprensión.
Todos nuestros programas académicos disponen de foros en los cuales se desarrollan temas relacionados con las revisiones bibliográficas y la combinación de metodologías de investigación.
La evaluación estará compuesta de 164 test de opción alternativa (A/B/C).
El alumno debe finalizar esta formación online y hacerlo con aprovechamiento y superando al menos un 50% de los tests planteados en el mismo, que se realizarán a través de la plataforma virtual online.
La Universidad Católica San Antonio de Murcia expedirá un diploma a todos los alumnos que finalicen un Experto o Curso Universitario Online. El título será enviado con la veracidad de la Universidad acreditadora.
Los títulos y diplomas de la Universidad Católica San Antonio de Murcia son reconocidos a nivel nacional e internacional gracias a su acreditación. Todos los diplomas tienen en la parte inferior un Sistema de Validación de Diplomas compuesto por una URL de verificación que muestra todos los datos de validez del título (Nombre completo, DNI, nombre de la formación, créditos ECTS). Se puede abrir este enlace desde cualquier dispositivo. Asimismo, se puede verificar la autenticidad del diploma mediante la consulta de los registros de la Universidad o mediante la verificación de los sellos y firmas presentes en el título.
Celia Zafra Romero
Graduada en Enfermería.
Máster de enfermería en quirófano y cuidados intraoperatorios y experto universitario en nefrología, diálisis y trasplante.
Te presentamos a Celia Zafra Romero, tu tutora, resolverá todas las dudas que te encuentres mientras realizas tu formación. Puedes ponerte en contacto con ella desde la plataforma Online, mediante correo electrónico o teléfono.
Este programa formativo online / a distancia está dirigido a todo aquel personal, como pueden ser:
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El alumno será incluido en la edición universitaria del mes en el que finalice su formación (siempre y cuando cumpla el plazo mínimo).
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Conocer la bioética en ciencias de la salud...
La Bioética ha surgido en la llamada sociedad del bienestar, cuyo referente ético más preciso es el utilitarismo, el cual, como señaló Aranguren, al no considerar como bien intrínseco más que el bienestar, obliga a reducir a bienes instrumentales todos los actos intrínsecamente éticos. En esta sociedad del bienestar la calidad de vida es un valor prioritario, y, por tanto, el dolor, la enfermedad, la vejez, etc., parecen ser aspectos negativos, y la cultura del hedonismo campa por derecho propio. El deber ha cedido el testigo al bienestar.
La ética tiene que ver con la razón práctica, y exige de una argumentación racional. No parece posible, por más que insistan en ello los relativistas, que en ética nos guiemos por pareceres. Es la argumentación, y la confrontación racional, lo que exige la ética. Pero una argumentación válida obliga a que el edificio bioético tenga unos cimientos fuertes, es decir una sólida fundamentación. Además, toda edificación necesita de una estructura apropiada que pueda albergar con seguridad su contenido; la Bioética precisa de unos principios y normas morales bien asentados en los cimientos de su fundamentación. Y tanto cimientos como estructura exigen una armonización que de coherencia a lo construido. Las virtudes, la personalidad moral, se convierten en el elemento de coherencia que nos va a orientar en el abordaje de los temas objeto de esta disciplina, y que nos hará respetables y nos identificará ante los demás.
Siendo así que en nuestra sociedad plural nos encontramos con diversos sistemas o criterios éticos, la Bioética se va a ver traspasada por ellos, lo que explicará la dificultad para establecer un consenso en el enfoque de las cuestiones que cada vez con más frecuencia se le plantean a esta disciplina, así como las posturas, a veces excesivamente distantes, que se pueden mantener dentro de ella.
Es preciso un consenso, se dice con frecuencia, un mínimo moral común que surja como fruto de la maduración ética de la sociedad. Y se suele poner como marco de referencia la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Intentar algún tipo de aproximación a este difícil consenso supone una adecuada comunicación. Y esto se nos muestra difícil. Comunicar es hacer a otro partícipe de lo que uno tiene. Pero participar implica compartir, y esto exige, entre otras cosas, dar, tolerar, amar, recibir, asumir, aguantar...; es decir, la participación presupone actitudes, sentimientos y modos de actuar que no parecen abundar en los humanos.
Quien lea este estudie esta capacitación que los autores asumen un posicionamiento determinado dentro de la Bioética. Esto no excluye la conciencia de que solamente desde la tolerancia puede haber una respuesta positiva que nos permita el mayor acercamiento posible.
Tolerancia, según el diccionario de la Real Academia de la Lengua, es el respeto o consideración hacia las opiniones o prácticas de los demás aunque sean diferentes a las nuestras.
La tolerancia implica una escucha, pero no una aceptación sin más de lo escuchado. ¡Sea tolerante y aguante el ruido de las obras que hay en la calle que Ud. habita!, le pueden contestar a uno cuando se queja de algunos estruendos.
Pero existe la queja, no la aceptación sin más. Ahora bien, no cabe duda de que el ciudadano debe tener cierto aguante y comprender que esas obras son necesarias, que están concebidas para el bien común. Tolerar no es igual a aceptar.
Es fácil confundir la tolerancia con ser acomodaticio. ¡Qué tolerante eres!, supone una exclamación que establece una valoración positiva del otro o bien vierte una crítica sobre el mismo. Y uno es sensible a la adulación y a la crítica, por lo que puede volverse acomodaticio.
La tolerancia implica respeto a los otros, además de escucha. Pero es difícil respetar; factores personales y sociales influyen de modo manifiesto en nuestra capacidad de respetar a los demás.
Escucha y respeto, y ausencia de espíritu acomodaticio, no significan que haya que renegar de los propios principios si estos están anclados en argumentaciones racionales válidas.
Pero la tolerancia es imposible sin la flexibilidad. Solamente esta permitirá, junto con la escucha respetuosa y no acomodaticia, un intercambio dialéctico positivamente enriquecedor. La ausencia de flexibilidad conduce directamente a la ruptura, del mismo modo que el viento fuerte destroza un cartel fijo, pero solo consigue tambalear (aunque pueda hacerlo violentamente) aquel asentado en estructuras flexibles; de manera que, cuando el viento amaina, el cartel vuelve a situarse en su lugar, aunque quizá con algunas huellas del airón sufrido. No podría ser de otro modo; en el intercambio dialéctico, aunque este haya supuesto cierta violencia y deje señales, no deberían quedar otros restos que las marcas de un cambio positivo. No es posible pensar que todo lo que de otro se escucha sea equivocado. Quien así lo considere, seguramente deba examinar su capacidad de flexibilidad. Algo debería subsistir, alguna manifestación positiva de ese enfrentamiento, de ese intercambio dialéctico.
Esta formación, que abarca desde la fundamentación a la clínica, pasando por temas controvertidos y de enorme actualidad como la genética, las técnicas de fecundación, la esterilización, etc., ha surgido con la intención de ser una aportación más a la necesidad de enseñanza de la Bioética, ocupación cada vez más extendida y reconocida; e intenta recuperar la cultura del deber frente a la del bienestar, aunque sin olvidar la importancia de este.
Entender la humanización de la sanidad...
En los últimos años estamos asistiendo a profundas modificaciones en el ámbito sociosanitario que obligan al profesional de la salud a grandes esfuerzos para adaptarse a la nueva situación. En nuestro tiempo, presidido por una medicina altamente técnica, la prestación de servicios corresponde, en general, a las instituciones, sean públicas o privadas, y en consecuencia a las instituciones de perfil cada vez más impersonal. La relación médico-paciente, esencia de la práctica médica, difícilmente encuentra espacio en este universo; se camina, fatalmente, hacia una despersonalización de la medicina. La diferencia entre las necesidades médicas y los recursos disponibles exige que estos se utilicen del mejor modo posible para conseguir los objetivos planteados, pero si la práctica médica no satisface al individuo enfermo quizá puede ser útil para muchas cosas más, aunque hablando con propiedad, aquello no será medicina.
La deshumanización que hoy existe en la medicina se debe a la pérdida de valores de nuestra sociedad. Esta situación es una realidad que palpamos y que se debe, por ejemplo, a la falta de tiempo de los médicos para atender a los pacientes. La anamnesis con el paciente es muy importante y es básica para el diagnóstico; además, influye mucho en la futura confianza del paciente en el médico.
La medicina deshumanizada perjudica al paciente y al médico. Uno de sus efectos es la medicina defensiva, que es una salida del facultativo ante el miedo a ser denunciado si no cura al paciente. Acertar en la relación médico-paciente es la prestación más importante de cualquier sistema médico.
La identidad profesional en la sanidad se ha buscado siempre por la vía de la excelencia; esto es algo que los gestores de la salud desconocen habitualmente, y que tiene consecuencias funestas en la moral de los profesionales.
El profesional de la salud necesita de una gran autoestima para soportar la inmensa dureza de su actividad asistencial, y ello implica un soporte institucional y social en ese sentido, y de una clara promoción hacia la excelencia, ya que los otros métodos de retribución son insuficientes. De lo contrario, el sistema o institución funcionará mal. La vida social se degrada cuando las personas que tienen en sus manos las dimensiones más trascendentales de la existencia, como la religión, la justicia o la salud, no aspiran a la excelencia. Esto exige una excelencia técnica (ser buen médico) y una excelencia moral (ser un médico bueno). Un profesional no debe aspirar a menos; una profesión no es un oficio ni una simple ocupación ni un medio de alcanzar la subsistencia. Tiene toda sociedad un carácter privilegiado y excepcional, que exige de los individuos nada menos que la excelencia. Este ha sido el objetivo de la ética profesional desde sus orígenes. Los deberes profesionales, como todos los deberes privados, son asumidos libremente por los individuos en el acto de ingreso en la corporación profesional; una vez incorporados a ella, ya no son de libre cumplimiento, sino que deben exigirse a todos ellos. El no hacerlo así es una de las causas de descrédito de esa profesión.
El sistema actual es rígido y exige al médico, ocasionalmente, anteponer la eficiencia a la atención al paciente. Es bueno controlar el gasto farmacéutico, pero debe realizarse dentro de unos límites que no violen la dignidad del paciente. Es necesario que el Estado y las Administraciones proporcionen los medios para que el médico realice su actividad con el paciente de la mejor manera y de la forma más humana posible.
En este sentido, podría ser muy útil la denuncia ante la opinión pública realizada por los Colegios Oficiales de Médicos, actualizada con la frecuencia necesaria, de las precarias situaciones en las que desarrollan su trabajo muchos médicos, tanto generalistas como especialistas. Los profesionales nos sentiríamos así apoyados y mantendríamos la ilusión de ayudar al paciente, ilusión que forma parte de nuestra vocación y que diariamente nos quitan tantos obstáculos como encontramos para ello.
Comprender los fundamentos de la bioética y la dignidad humana...
Voy a acercarme intuitivamente a la noción de dignidad describiendo tres creaciones humanas: un jardín, un concierto y un avión. Frente a mí se yergue el abedul imponente, un gigante proyectado sobre el grisáceo cielo alemán. De su tronco plateado parten en todas direcciones robustas ramas pinjantes. Un sauce desmayado y un abeto empinado flanquean al coloso. Frente a ellos se alinean como batallón frutal los manzanos florecidos. Arriates irisados, en los que los claveles, las begonias y las petunias levantan un torbellino de colores, unen los extremos de las dos filas de árboles formando un verde mar rectangular. Me hallo ante un jardín. ¡Cuánta belleza en el jaleo concertado de hojas, ramas y flores! Jaleo concertado, eso es el verde aguedal y el hombre es el maestro concertador de la algazara vegetal. Sin su inteligente cuidado el vergel sería una barahúnda de bejucos y enredaderas. El jardín es una obra humana.
Llegan a mis oídos los compases de una sinfonía de Haydn y veo cabalgar sobre las notas una muchedumbre de hombres felices que viven en eterna juventud una vida sin dolor ni sufrimiento, feliz y bienaventurada. Ahora escucho la sinfonía en mi bemol de Mozart y me siento arrastrado a las profundidades del espíritu como seducido por la llamada de lo sobrehumano, milagroso y extraordinario. Las últimas notas de Mozart dan paso a una composición instrumental de Beethoven, la sinfonía en do menor, que me traslada al reino de lo colosal. La música, última palabra del arte (H.Heine), batalla ahora por expresar lo infinito. Como lira de Orfeo, que con sus arpegios abrió las puertas del infierno, el arte espiritual de Beethoven, un genio de lo prodigioso, magnífico y extraordinario, hace retemblar las entretelas humanas.
¿Cómo puede el sonido, un fenómeno físico elemental producido por las vibraciones de los cuerpos al impresionar el oído, dar tanto de sí, rendir tanto, ser tan fecundo, producir tanta maravilla? ¿Cómo se explica que el vaivén vibrátil transportado por el aire se transforme en milagro musical cuando el artista golpea con el arco las cuerdas del violín u oprime con sus dedos diestros las teclas del piano? ¿Cómo surgen de la orquesta, esa conjunción sorprendente de maderas horadadas, cuerdas, tripas, cajas, metales e inteligencia, himnos, sinfonías, rapsodias, sonatas, fugas, caprichos y fantasías en vez de ruido, barullo o traqueteo? ¿Por qué salen melismas de la garganta educada en lugar de un horrísono tantarantán? Porque el hombre toma cartas en el asunto y obliga a las cosas a dar de sí todo lo que pueden —es decir, todo lo que él quiere—, porque su extraordinaria grandeza e inauditos recursos meten en cintura a la realidad y la obligan a exhibir sus posibilidades escondidas. Se acaba el concierto. Dejaré para otro momento a Chopin, el Rafael del piano forte, y a Liszt, que sublima, quintaesencia y espiritualiza la madera y la cuerda hasta hacer que se manifieste la música pura. Ya habrá ocasión de escuchar sus alardes sonoros y ver el partido que sacan de la albura y el cordón.