A pesar del gran avance de las tecnologías en el ámbito sanitario y, en concreto, en el de la reproducción asistida, lo cierto es que existen algunas patologías que son más comunes en los pacientes que tienen problemas de fertilidad.
Por suerte, la gran mayoría de ellas tienen sus respectivos tratamientos y sus medidas de prevención. Es el caso, por ejemplo, del síndrome de hiperestimulación ovárica.
El Síndrome de hiperestimulación ovárica (SHO) es una respuesta anormal del organismo femenino ante determinados medicamentos que se encargan de estimular la producción de óvulos, es decir, medicamentos para la fertilidad. Dicho de otra forma: es una respuesta exagerada al exceso de hormonas.
Las mujeres que padecen esta patología tienen una gran cantidad de folículos (un saco pequeño de líquido ubicado en el ovario que contiene un óvulo inmaduro) en situación de crecimiento y un nivel muy alto de estradiol. Esto provoca que el líquido se filtre hacia el abdomen y se produzca distensión, náuseas e, incluso, hinchazón.
Cabe destacar que el ciclo natural de la mujer produce un óvulo, por lo tanto, toda la estimulación en los ovarios produce hiperestimulación. Sin embargo, no todos los ciclos de reproducción asistida terminan en este síndrome. De hecho, su factor desencadenante es la hormona GCH (Gonadotropina Coriónica Humana), que puede ser administrada durante el tratamiento para inducir la ovulación (exógena) o derivada del embarazo (endógena).
En este sentido, el tratamiento de este síndrome depende de la gravedad de su afección. En ocasiones, si es un caso leve, puede mejorar por sí solo, pero en los casos graves requiere de hospitalización y tratamientos intensivos.
Los síntomas de este síndrome se suelen manifestar, de una manera progresiva, entre los 3 y los 10 días siguientes a la administración de los fármacos. De esta forma, estos síntomas pueden ir de leves a graves, además de empeorar o mejor con el tiempo.
Con el síndrome de hiperestimulación ovárica leve, los síntomas incluyen dolor abdominal, hinchazón o aumento del tamaño de la cintura, náuseas, vómitos, diarrea y sensibilidad en el área de los ovarios.
Por otro lado, en los casos graves, se puede sentir un dolor abdominal intenso, náuseas y vómitos graves y persistentes, falta de aliento, disminución de la orina, coágulos sanguíneos, rápido aumento de peso y abdomen duro o distendido.
En algunas situaciones de hemoconcentración importante podría, incluso, aparecer una trombosis vascular.
Normalmente, cada mujer produce un óvulo al mes, pero algunas pacientes no son capaces de quedarse embarazadas, por lo que toman medicinas y se someten a tratamientos que les ayuden a producir y liberar más óvulos.
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El síndrome de hiperestimulación ovárica sucede cuando estas medicinas estimulan demasiado los ovarios, estos se hinchan y dejan escapar líquido a la zona del abdomen y del pecho. Esto ocurre una vez los óvulos han sido libertados del ovario, es decir, tras la ovulación.
Este síndrome rara vez ocurre en mujeres que solo toman medicamentos para la fertilidad por vía oral. Además, solo se presenta del 3 al 6% de las mujeres que pasan por fecundación in vitro.
En este sentido, existen una serie de factores de riesgo que hacen que la persona tenga una mayor posibilidad de padecer este síndrome:
Precisamente, los síntomas que presenta el paciente son los que determinan el diagnóstico de la enfermedad. En este sentido, cuando una mujer acude a la consulta con las manifestaciones mencionadas anteriormente, el profesional le realiza una serie de pruebas como son una ecografía abdominal, una radiografía del tórax, un análisis sanguíneo completo, pruebas de electrolitos, pruebas para medir la producción de orina y para determinar el estado de la función hepática.
Una vez realizadas todas estas pruebas, se determina si el caso es leve o grave. En el caso de que sea leve, la paciente no necesita ser hospitalizada ni tener tratamiento, simplemente se le indican algunas pautas como son:
Además, debe de pesarse todos los días para asegurarse que no sube demasiado de peso.
En el caso de que el paciente desarrolle un síndrome de hiperestimulación ovárica grave, necesitará acudir al centro médico. Allí, los proveedores de atención médica le administrarán líquidos por vía intravenosa, extraerán líquidos que se hayan acumulado en su organismo y vigilarán su estado.
Para poder prevenir este síndrome o, al menos, disminuir el riesgo de padecerlo, se puede reducir las dosis de los medicamentos de la estimulación ovárica a través de un plan individualizado.
En este sentido, el profesional de la salud vigilará cada ciclo de tratamiento, realizará ecografías frecuentes para verificar el desarrollo de los folículos y hará análisis de sangre para observar los niveles hormonales.
Hay que tener en cuenta que un embarazo puede aumentar la duración del síndrome o empeorarlo. Por ello, una de las recomendaciones es congelar los óvulos y transferirlos más adelante para evitar el embarazo si padece esta patología. Esto se puede realizar cuando se somete a una fertilización in vitro.
Otra de las formas de prevenirlo es evitar el uso de una inyección de gonadotropina coriónica humana, ya que, muy a menudo, este tipo de síndrome se produce después de administrar una inyección de GCH. De esta forma, existen algunas alternativas como la leuprolida.
A los pacientes que tienen un alto riesgo de sufrir el síndrome de hiperestimulación ovárica también se les administra líquido por vía intravenosa en el momento en el que se captan los óvulos. El objetivo es que es los síntomas no empeoren con el paso del tiempo.
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