En el proceso de deglución de los alimentos, trabajan unos 50 pares de músculos y muchos nervios para recibir la comida en la boca, prepararla y moverla de la boca al estómago. Esto, generalmente, se realiza en tres etapas. La primera de ella es la que se conoce como fase oral y consiste en que la lengua y la mandíbula mueven los alimentos sólidos en la boca para que puedan masticarse.
La segunda etapa comienza cuando la lengua empuja la comida o el líquido hacia la parte posterior de la boca. Esta acción desencadena una respuesta de deglución que hace pasar la comida a través de la faringe o la garganta. Es lo que se conoce como fase faríngea. Posteriormente, los alimentos o líquidos ingresan al esófago, el tubo que los transporta al estómago. El paso a través del esófago se llama fase esofágica y suele durar unos tres segundos.
Lo cierto es que la deglución es uno de los actos instintivos del ser humano al nacer y, en este proceso, intervienen coordinadamente diferentes sistemas, como el digestivo, el respiratorio o el neurológico. Pero… ¿qué ocurre cuando una persona no puede realizar el proceso de la deglución adecuadamente?
Es lo que se conoce como disfagia y, a lo largo de este artículo, vamos a profundizar en esta patología, por lo que te contaremos qué es, cuáles son sus causas y tipos y cómo abordarla adecuadamente desde el punto de vista de un profesional de la salud.
La disfagia supone todo un desafío a la hora de comer. Se trata de una patología que se caracteriza porque las personas tienen dificultad para tragar o pueden experimentar dolor al hacerlo, lo que se conoce como odinofagia. Además, algunas personas pueden ser completamente incapaces de tragar líquidos, alimentos o saliva de manera segura.
Precisamente, estos síntomas hacen que se dificulte la ingesta de las calorías y líquidos necesarios para nutrir el cuerpo humano, lo que provoca problemas médicos graves adicionales.
Lo cierto es que la disfagia tiene muchas causas posibles y ocurre con mayor frecuencia en adultos mayores. Cualquier afección que debilite o dañe los músculos y nervios que se usan para tragar, puede causar disfagia. Por ejemplo, las personas con enfermedades del sistema nervioso, como parálisis cerebral, o las que padecen un derrame cerebral, pueden padecer esta enfermedad, ya que estas enfermedades afectan a la coordinación de los músculos para tragar o limitar la sensación en la boca.
También puede ocurrir cuando los músculos débiles de la lengua o las mejillas dificultan el movimiento de los alimentos en la boca para masticarlos o cuando los músculos de la garganta se encuentran también débiles y no pueden mover toda la comida hacia el estómago.
Por tanto, se puede afirmar que la disfagia ocurre cuando hay un problema en el control neural o las estructuras involucradas en cualquier parte del proceso de deglución.
Además, también hay personas que nacen con anomalías en el mecanismo de deglución, es decir, que no pueden tragar normalmente, como los bebés que nacen con una abertura en el techo de la boda, lo que se conoce como paladar hendido.
El cáncer de cabeza, cuello o esófago también pueden causar problemas para tragar y, a veces, el tratamiento para estos tipos de cánceres provoca disfagia.
La causa de la disfagia está ligada estrechamente con los tipos que existen. En concreto, son dos: la disfagia orofaríngea o la disfagia esofágica. La primera de ellas ocurre cuando una persona tiene dificultad para mover la comida hacia la parte posterior de la boca y comenzar el proceso de deglución. Por lo general, este tipo de disfagia se debe a un problema neurológico que ha debilitado los nervios y los músculos.
Por su parte, la disfagia esofágica se produce cuando la comida o el líquido se detiene en el esófago debido a un bloque o irritación.
Como hemos comentado anteriormente, algunas personas con disfagia tienen problemas para tragar ciertos alimentos o líquidos, mientras que otras no pueden tragar en absoluto. No obstante, esos no son los únicos síntomas de la disfagia, sino que también incluye toser o atragantarse al comer o beber, sensación de que la comida está atascada en la garganta o en el pecho, babeo persistente de saliva, no poder masticar los alimentos correctamente y una voz gorgoteante y humedad al comer o beber.
Uno de los problemas más comunes es toser o atragantarse cuando la comida baja por el “camino equivocado” y bloque las vías respiratorias. Esto provoca infecciones en el pecho, como neumonía por aspiración, y requiere tratamiento médico urgente.
En este sentido, los signos de advertencia de la neumonía por aspiración incluyen, además de toser mientras se come o bebe y una voz húmeda y gorgoteante, dificultad para respirar.
Por otro lado, la disfagia también puede significar que la persona evite comer o beber por miedo a asfixiarse, lo que puede provocar desnutrición, deshidratación y pérdida de peso.
A la hora de realizar el diagnóstico, lo primero que hará el profesional de la medicina es preguntarle al paciente cuánto tiempo ha tenido signos de disfagia, si sus síntomas van y vienen o están empeorando, si su capacidad para tragar sólidos, líquidos o ambos se ha visto afectada o si el paciente ha perdido peso.
Posteriormente, se realizará una evaluación inicial de la deglución, para que la que se realizará una prueba de deglución. Generalmente, esta prueba la realiza un terapeuta del habla y del lenguaje y puede brindar una buena evaluación inicial de sus habilidades para tragar.
Consiste en que el profesional de la salud le pide al terapeuta que trague un poco de agua y registrará el tiempo que tarda en beberla y el número de tragos necesarios. También se le pedirá que mastique y trague un trozo suave de pudín o fruta para que pueda evaluar qué tan bien funcionan los labios, lengua y músculos de la garganta.
Otra de las pruebas que se pueden realizar es la videofluoroscopia, que evalúa la capacidad para tragar de una persona. Esta prueba se realiza en el departamento de rayos X y proporciona una imagen en movimiento de su deglución en tiempo real.
De esta forma, al paciente se le pide que ingiera diferentes tipos de alimentos y bebidas de diferentes consistencias, mezclados con un líquido no tóxico llamado bario, que aparece en las radiografías. Esta prueba suele tardar unos 30 minutos y, por lo general, hay pocos efectos secundarios, aunque puede causar estreñimiento.
La nasoendoscopia, a veces conocida como evaluación endoscópica de fibra óptica de la deglución, es otro procedimiento que se utiliza para examinar la nariz y las vías respiratorias superiores. En este procedimiento, se inserta un endoscopio en la nariz para que el especialista pueda mirar hacia la garganta y las vías respiratorias superiores y, de esa forma, identificar cualquier obstrucción o área problemática.
Hay otro tipo de pruebas que se utilizan específicamente para diagnosticar la disfagia esofágica, como la manometría y estudio de pH de 24 horas. Estas evalúan la función del esófago, para ello, se pasa un pequeño tubo con sensores de presión a través de la nariz hasta el esófago para medir la cantidad de ácido que fluye desde el estómago.
Otra es la gastroscopia diagnóstica, también conocida como endoscopia diagnóstica del estómago u OGD, que es un examen interno que utiliza un endoscopio que pasa por la garganta hasta el esófago. A menudo, puede detectar crecimientos cancerosos.
También es posible que se necesite una evaluación nutricional para verificar que no le falten nutrientes.
Después de una evaluación inicial, el médico de cabecera puede derivar al paciente a otros especialistas para más pruebas, como al neurólogo o al gastroenterólogo.
Existen diferentes tratamientos según el tipo de disfagia. Como hemos visto, los médicos y patólogos del habla y el lenguaje que evalúan y tratan los trastornos de la deglución utilizan una variedad de pruebas que les permiten observar las etapas del proceso de deglución.
Una vez diagnosticada la disfagia, el tratamiento puede incluir ejercicios musculares para fortalecer los músculos faciales débiles o para mejorar la coordinación. Para otros, el tratamiento puede implicar aprender a comer de una manera especial.
Por ejemplo, algunas personas pueden tener que comer con la cabeza vuelta hacia un lado o mirando al frente, preparar los alimentos de cierta manera o evitar ciertos alimentos.
También hay algunas personas que no son capaces de consumir suficientes alimentos y líquidos por vía oral. En este caso, se utilizan otros métodos para nutrir el cuerpo, como tubos de alimentación, que evitan o complementan la parte del mecanismo de deglución que no funciona normalmente.