Las escaras o úlceras por presión son muy frecuentes en los hogares de las personas mayores. De hecho, su incidencia varía entre 20-56% y su aparición puede ocasionar dolor, depresión, pérdida de la independencia, infección y aumento de la estancia y costes hospitalarios.
No obstante, esto no significa que sean inevitables. Muchas úlceras pueden prevenirse con un cuidado razonable por parte del cuidador del anciano y, precisamente, esa atención puede comenzar con una evaluación para determinar si un paciente está en riesgo de desarrollarlas o no.
Una de estas evaluaciones es la Escala de Norton. ¿Quieres saber en qué consiste exactamente esta escala y cómo se realiza? ¡Te lo contamos en este artículo!
Según el Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos, la Escala de Norton se desarrolló en la década de 1960 y se utiliza para evaluar el riesgo de que un paciente desarrolle úlceras por presión. Su principal objetivo es prevenir la aparición de este tipo de úlceras.
Así, se utiliza, generalmente, en geriatría para pacientes encamados, tanto crónicos como en pacientes ingresados en unidades en los hospitales.
Solo se requieren varios minutos para completar la escala de Norton para cada paciente, por lo que el personal de enfermería realiza este tipo de evaluación de forma rutinaria durante cada admisión.
El paciente se clasifica de 1 a 4, utilizando los siguientes cinco criterios: condición física, condición mental, actividad, movilidad e incontinencia. En el siguiente apartado, hablaremos en profundidad de cada uno de ellos.
Además, la sensibilidad y la especificidad del sistema de puntuación de Norton para predecir las úlceras por presión son del 63 y del 70%, respectivamente.
A la hora de realizar la escala, como hemos dicho anteriormente, se deben evaluar cinco categorías y asignar un número del 1 al 4 para cada categoría. De esta forma, el cuadro de evaluación, junto con los parámetros, es el siguiente:
Condición física | Estado mental | Actividad | Movilidad | Incontinencia | |||||
4 | Buena | 4 | Alerta | 4 | Ambulante | 4 | Total | 4 | Ninguna |
3 | Mediano | 3 | Apático | 3 | Camina con ayuda | 3 | Disminuida | 3 | Ocasionalmente |
2 | Regular | 2 | Confundido | 2 | Sentado | 2 | Muy limitada | 2 | Urinaria o fechal |
1 | Muy mala | 1 | Estup./coma | 1 | Encamado | 1 | Inmóvil | 1 | Urinaria + fecal |
La primera de las categorías es la condición física. Para que una persona tenga un estado físico bueno, es decir, con la puntuación máxima, debe cumplir las siguientes características:
Por otra parte, para que la persona tenga un estado físico mediano, es decir, para obtener la puntuación de un 3, las características son:
Para la puntuación de 2, es decir, regular, las condiciones son:
Por último, para que la puntuación sea un 1, es decir, que la condición física sea muy mala, las características son:
El segundo criterio es el estado mental, que se divide en alerta, apático, confuso, estuporoso y comatoso. Generalmente, la persona que está en alerta está orientado en el tiempo, espacio y lugar, responde adecuadamente a estímulos, comprende la información y sabe decir su nombre, fecha, lugar y hora.
Por otra parte, en el estado apático, la persona está alerta, pero es olvidadizo, somnoliento, torpe y perezoso. Ante estímulos, reacciona con dificultad y permanece orientado, obedece órdenes sencillas y es posible que se desoriente en el tiempo, con una respuesta verbal lenta. Por último, a la hora de realizar la valoración, el profesional debe darle instrucciones, como tocar con la mano la punta de la nariz.
En el estado confuso, el paciente está inquieto, agresivo, irritable o dormido. Su respuesta es lenta frente a estímulos fuertes o dolorosos y, cuando despierta, responde verbalmente, pero con un discurso breve e inconexo.
Además, está intermitentemente desorientado en tiempo, lugar o persona y si no hay estímulos fuertes, se vuelve a dormir. A la hora de la valoración, el profesional puede pellizcarle la piel o pincharle con una aguja.
Por último, en los estados estuporoso y comatoso, el paciente está desorientado en tiempo, lugar y persona, puede despertar a estímulos dolorosos, pero no hay respuesta verbal o, si está en estado comatoso, hay una ausencia total de respuesta. Además, nunca está totalmente despierto y, para su valoración, se puede presionar el tendón de Aquiles y comprobar si existe reflejo corneal, pupilar y faríngeo.
En tercer lugar, se encuentra el criterio de la actividad. En este sentido, una persona que es totalmente capaz de cambiar de postura corporal de forma autónoma, mantenerla o sustentarla, tendrá una puntuación del cuatro.
Por su parte, una persona con actividad disminuida inicia movimientos con bastante frecuencia, pero requiere de ayuda para realizar, completar o mantener algunos de ellos, mientras que una con actividad muy limitada, solo inicia movilizaciones voluntarias con escasa frecuencia y necesita ayuda para realizar todos los movimientos.
En cuanto a una actividad inmóvil, es decir, la puntuación uno, la persona es incapaces de cambiar de postura por sí mismo, mantener la posición corporal o sustentarla.
La movilidad puede ser ambulante, camina con ayuda, sentado o encamado. Una persona ambulante es totalmente independiente, por lo que es capaz de caminar sola, aunque se ayude de aparatos con más de un punto de apoyo o lleve prótesis.
Para darle la puntuación del tres, la persona es capaz de caminar con ayuda o supervisión de otra persona o de medios mecánicos, como aparatos con más de un punto de apoyo. En el criterio de sentado, no puede caminar ni mantenerse en pie, pero sí sentado o movilizarse en una silla o sillón. En este sentido, no precisa ayuda humana o mecánica.
La puntuación más baja en la categoría de movilidad es la de encamado, donde la persona es dependiente en todos sus movimientos y precisa de ayuda humana para conseguir cualquier objeto.
Lo último que se valora en el paciente es la incontinencia, ya sea urinaria o fecal. Cuando no hay incontinencia, se controla ambos esfínteres y se puede implantar la sonda vesical y el control del esfínter anal.
Por otro lado, cuando la incontinencia es ocasional, el paciente no controla esporádicamente uno o ambos esfínteres en 24 horas y, cuando es urinaria o fecal, no controla ninguno de los dos y es necesario la colocación adecuada de un colector con atención a las fugas, pinzamientos y puntos de fijación urinaria más fecal.
Una vez hemos evaluado cada uno de los criterios y hemos realizado la suma, es importante saber que, cuanto menor sea el puntaje de una persona, mayor será el riesgo de que desarrolle una úlcera por presión. En general, se considera que las personas que obtienen una puntuación de 14 o menos están en riesgo.
La clasificación de riesgo, según la escala, es la siguiente:
Por último, teniendo en cuenta los diferentes criterios y las características de cada uno de ellos, se consideran personas en riesgo las que tienen parálisis cerebral o lesión medular debido a su extensa pérdida de función sensorial y motora, pero también las que tienen una disminución del nivel de conciencia por cualquier causa, dado que las percepciones normales que estimulan los cambios de postura están reducidas o ausentes.
También se consideran personas de riesgo las que tienen deficiencia del estado nutricional o dieta de insuficiente aporte proteico, las que tienen más de 85 años debido a la mayor frecuencia de problemas de movilidad, incontinencia, delgadez y disminución de la capacidad del sistema circulatorio y las que están encamadas o en silla de ruedas.
A todas ellas, es importante que el profesional socio-sanitario le realice la Escala de Norton, porque, así, será capaz de prevenir y evitar que desarrollen úlceras por presión, que acabarán afectado a su calidad de vida.