Seguramente, en más de una ocasión, te has “levantado con el pie izquierdo” y has estado de mal humor todo el día o, por el contrario, te han dado una sorpresa y te has pasado todo el día con un humor radiante. Lo cierto es que, a lo largo de nuestro día a día, podemos tener diferentes estados de ánimo que pueden cambiar en cuestión de segundos.
A diferencia de las emociones, los estados de ánimos son menos intensos y específicos, pero más duraderos. Generalmente, se definen como el humor o tono sentimental, agradable o desagradable, que acompaña a una idea o situación por algún tiempo.
En los últimos años, ha surgido una tendencia a creer que sentirnos tristes, apáticos o decaídos es algo negativo, pero lo cierto es que estas emociones son tan normales como cualquier otra. No obstante, cabe destacar que los diferentes trastornos del estado de ánimo sí que se han incrementado y que sus manifestaciones suelen ser similares, por lo que podríamos estar padeciendo hipotimia sin saberlo.
¿Qué no sabes lo que es la hipotimia? ¡No te preocupes! La hipotimia es una disminución anormal que no es muy conocida y que, generalmente, se pasa por alto. Por eso, a lo largo de este artículo, te explicaremos en qué consiste, cuál es su tratamiento y en qué se diferencia de la depresión y la distimia.
En primer lugar, hay que destacar que la hipotimia se considera más como un síntoma que como una categoría diagnóstica, es decir, no constituye un trastorno psicológico, aunque sí que puede estar presente en varios de ellos. Por tanto, se puede definir como una alteración del estado de ánimo en el cual la respuesta emocional es inadecuada en relación a la situación.
En otras palabras, la persona se siente triste y abatida, pero además es incapaz de experimentar felicidad incluso si algo bueno le pasa. De esta forma, la persona puede utilizar un lenguaje inexpresivo, frío, distante e incluso tener lentitud de movimientos.
En este sentido, una persona que sufre hipotimia no sentirá la emoción, euforia o alegría esperables al recibir una noticia o al realizar una actividad que anteriormente le producía satisfacción, como si hubiese perdido la capacidad de disfrutar. En resumen, podríamos decir que las manifestaciones de la hipotimia son:
Entonces, ¿en qué se diferencia la hipotimia de una tristeza normal? Pues que en la hipotimia la persona, además de sentirse triste, es incapaz de sentir felicidad, incluso si ocurre algo que le debería de provocar una absoluta alegría.
Como hemos explicado anteriormente, la hipotimia se considera como un síntoma que está presente en muchas enfermedades y trastornos mentales, pero no es un síntoma específico, sino uno positivo, es decir, que es un comportamiento adicional que generalmente no se ve en las personas sanas.
Lo cierto es que, teniendo en cuenta su definición, se puede llegar a pensar que la hipotimia está relacionada con la depresión y la distimia. Y así es, ya que se considera uno de los principales síntomas de la depresión y forma parte de las distimias.
A pesar de que la hipotimia se caracteriza como “de menor gravedad”, es importante actuar sobre ella para que no termine derivando en algún trastorno del estado de ánimo. Por eso, lo primero que debe hacer la persona es consultar un psicólogo especialista para confirmar el diagnóstico y contar con su apoyo.
El hecho de que la hipotimia sea exógena ayuda a que se identifique fácilmente la causa o el factor externo que puede causarla. No obstante, es esencial que la persona que tiene hipotimia cuente con el apoyo de su círculo cercano y desarrolle habilidades y herramientas de afrontamiento.
De esta forma, las principales intervenciones se encaminan a las siguientes áreas:
Como profesional, es esencial realizar un seguimiento de la persona con hipotimia, ya que si esta va a peor, puede llevar a una distimia o a una depresión.
Antes de hablar de las diferencias de la hipotimia con la depresión y la distimia, es importante que expliquemos cada una de ellas.
En primer lugar, la distimia sí que es una categoría diagnóstica dentro de los trastornos del estado de ánimo. Generalmente, se caracteriza porque la persona presenta un estado de ánimo triste, melancólico y que clínicamente no cumple con los criterios de la depresión. No obstante, para que sea diagnosticada como distimia, este estado anímico debe mantenerse al menos durante dos años.
Una vez explicado qué es la distimia, hay que destacar que existen dos características que diferencian a ambas. La primera es la que la hipotimia es un síntoma mientras que la distimia, como acabamos de mencionar, es una categoría diagnóstica.
La segunda diferencia es la temporalidad. La hipotimia es un estado relacionable con el abatimiento que es de relativa corta duración. En cambio, la distimia es un rasgo que se prolonga con el tiempo, como hemos dicho antes, por al menos dos años.
En cuanto a la depresión, se describe como un trastorno del estado anímico en el cual los sentimientos de tristeza, pérdida, ira o frustración interfieren con la vida diaria durante el periodo de algunas semanas o más.
En ocasiones, la hipotimia se puede confundir con la depresión, por eso hay que tener claro que esta se trata de un síntoma de la depresión. En este sentido, una de las principales diferencias está en su intensidad.
En la depresión, son síntomas mucho más intensos y se generalizan para la mayoría de las situaciones que vive el paciente, donde se caracteriza por una profunda tristeza, mientras que la hipotimia se caracteriza más por la ausencia de felicidad.
La otra diferencia, al igual que ocurre con la distimia, es la duración. Como hemos dicho, la hipotimia suele ser un síntoma breve, de corta duración, mientras que la depresión es de larga duración. De hecho, para su diagnóstico se requiere que haya pasado un periodo superior de dos semanas.
Generalmente, al hablar de salud, la mayoría de las personas piensan en la salud física: no tener ninguna dolencia, tos o malestar… Pero, ¿qué ocurre con la salud mental? La salud mental es tan o más importante que la salud física e incluye nuestro bienestar emocional, psicológico y social, es decir, afecta en qué pesamos, sentimos y cómo actuamos.
En este sentido, es esencial que los profesionales de la salud estén bien formados en salud mental, sobre todo en el área que engloba a los trastornos del estado de ánimo, ya que un reconocimiento y diagnóstico temprano, puede ayudar a que ese trastorno no se agrave ni ponga en peligro la salud del paciente.
Para ello, desde ESHE ponemos a tu disposición varios programas formativos que te ayudarán a convertirte en todo un experto de estos trastornos, como el Curso en trastornos emocionales: depresión y ansiedad, el Máster de Formación Permanente en enfermería en Salud Mental y Psiquiátrica o el Experto en abordaje de las urgencias en salud mental.