Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), desde 1975, la obesidad se ha triplicado en todo el mundo. De hecho, la mayoría de la población mundial vive, actualmente, en países donde el sobrepeso y la obesidad se cobran más vidas de personas que la insuficiencia ponderal.
España, concretamente, es uno de los países con mayores cifras de obesidad en mujeres, asociadas a desigualdad en el nivel de ingresos, junto con Luxemburgo, Bélgica y Francia. De esta forma, ocupa la posición número 43 de los países con insuficiente actividad física, según el ranking de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), y solo poco más del 50% de la población tiene una alimentación saludable.
Por tanto, la obesidad y el sobrepeso son un problema de salud pública mundial y por ello es necesario sensibilizar a todos los escalones del sistema sanitario, incluidos los enfermeros, que también cumplen un papel esencial a la hora de actuar frente al sobrepeso y la obesidad.
Es por ello que también existen múltiples programas formativos que tienen el objetivo de especializar a los profesionales de la salud, y en concreto a los enfermeros, en el ámbito de la obesidad. Por ejemplo, en ESHE, tenemos el experto en obesidad y trastornos alimentarios o el curso en actualización en obesidad infantil.
La OMS define el sobre peso y la obesidad como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud. En este sentido, suele ser el resultado de un equilibrio entre las calorías ingeridas y las calorías gastadas.
El aumento del consumo de alimentos muy ricos en calorías sin un aumento proporcional del ejercicio físico produce un aumento de peso. El problema llega cuando ese aumento de peso es excesivo.
¿Cómo se sabe si es excesivo? A través del índice de masa corporal (IMC), un indicador simple entre el peso y la talla que se utiliza frecuentemente para identificar el sobrepeso y la obesidad en los adultos. Se calcula dividiendo el peso que tiene una persona en kilos peor el cuadrado de su talla en metros.
Hay que tener en cuenta que el exceso de peso es como una enfermedad crónica y, por tanto, necesita un tratamiento a largo plazo para lograr una reducción de peso, que además se mantenga en el tiempo, pero que también incluya una estrategia para prevenir o reducir las comorbilidades.
Las causas de la obesidad son múltiples y complejas. Como hemos dicho anteriormente, la principal causa del sobre peso es el desequilibrio energético entre las calorías que se consumen y las que se gastan a través de ejercicio o en las actividades de la vida diaria.
No obstante, hay que tener en cuenta que la obesidad no se basa solo en comer en exceso, sino que existen una serie de factores asociados con la obesidad, como las influencias genéticas, conductuales, metabólicas y hormonales.
Así, por ejemplo, uno de estos factores es la edad, ya que conforme se envejece, las personas sufren cambios hormonales y tienen un estilo de vida menos activo. Además, las mujeres generalmente presentan más obesidad, debido, en parte, al embarazo y a la menopausia.
A esto se suma el sedentarismo, porque la automatización de las actividades laborales provoca, en muchos casos, un estilo de vida sedentario, que conlleva a la escasa práctica de ejercicio. La alimentación poco saludable e incorrecta también puede provocar obesidad. Desde hace unos años, hay una tendencia a comer alimentos que son ricos en grasa, sal y azúcares.
El tabaquismo, la ingesta de alcohol y algunos medicamentos son también factores que pueden incrementar el riesgo de padecer sobrepeso.
La implicación de la Atención Primaria en la obesidad es esencial y se debe abordar este problema desde un punto de vista multidisciplinar. Esto conlleva:
Además, dada la alta prevalencia de la obesidad en la sociedad actual, la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) propone priorizar los programas de pérdida de peso en las siguientes situaciones: en persona con un IMC mayor o igual que 30; personas con un IMC entre 25 y 29 y con comorbilidad asociadas; personas con un IMC mayor o igual a 25 y con “cintura de riesgo”; y cualquier sujeto con “cintura de riesgo” y comorbilidades.
Así, en la Atención Primaria se establecen los objetivos de promover la pérdida de peso, mejorar los factores de riesgo, mantener el peso y evitar la recuperación del peso perdido a largo plazo, propiciar una vida activa y mejorar la calidad de vida.
Por otro lado, la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición establece un algoritmo diagnóstico-terapéutico para el tratamiento del sobrepeso y la obesidad en personas adultas. Así, establece líneas de colaboración entre la asistencia primaria y la especializada.
En primer lugar, se identifica al paciente que necesita el tratamiento y se pregunta si el paciente desea adelgazar. En el caso de que diga que sí, se acuerda con el paciente los objetivos y las estrategias del tratamiento para reducir el peso y controlar los factores de riesgo asociados. Así, se pasa a elegir el tipo de tratamiento. Hay tres:
En este contexto de colaboración interdisciplinaria, se ha desarrollado una iniciativa de trabajo conjunta, estableciéndose la motivación del paciente como elemento esencial para valorar la respuesta al tratamiento médico.
Desde hace años existen diferentes estrategias destinadas a modificar los hábitos alimentarios de las personas, como son sus patrones de actividad física mediante equipos multidisciplinares, en los que enfermería lleva a cabo tanto el tratamiento como el seguimiento de los pacientes.
La labor de la enfermera de Atención Primaria destaca por su gran accesibilidad al paciente y la longitudinalidad del tratamiento y seguimiento del mismo.
Los elementos clave en la educación para la salud se basan en el aprendizaje de determinados conocimientos como son la base de una alimentación equilibrada, los efectos de la dieta sobre la salud, la actividad física adecuada para cada persona, pero sobre todo, el lograr un compromiso por parte del paciente para mantener todo esto.
La reeducación es posible y esta ayudará a lograr una mayor calidad en los resultados de promoción y prevención de la salud, y, por lo tanto, en la motivación del profesional para continuar con su labor a largo plazo.